sábado, 10 de septiembre de 2011

Los sueños, sueños son

A continuación, reproduciré fielmente (dentro de la fidelidad que el mundo onírico permite) el sueño que tuve ayer. Lo más curioso es que fue en italiano y que no me desperté a mitad del sueño porque no me salía alguna palabra, cosa que me sucede a menudo...

Un traductor pasa por delante de otro traductor al que, al parecer, idolatra. Se arma de valor y decide hablar con él. “Hola traductor, he pasado muchas veces por delante de tu portal y nunca me había animado a hacer lo que estoy haciendo ahora, que es dirigirme a ti para mostrarte mi admiración y preguntarte cuál es tu secreto para realizar con tanta maestría tu trabajo”.

El traductor idolatrado, lejos de sentirse halagado, le responde así: “Puede que en efecto hayas pasado muchas veces por aquí y no te hayas atrevido a hablarme, o puede que en realidad sea la primera vez que cruzas ante mi portal, me hayas visto por casualidad y hayas decidido preguntarme por mis secretos para que te facilite el trabajo. Sea como sea, no voy a revelarte ningún secreto, porque muy posiblemente lo que hago es lo mismo que haces tú y, al contártelo, te darías cuenta de que no hay nada en mí digno de admiración. Tú te marcharías decepcionado y yo me quedaría sin un seguidor de mi trabajo”.

A partir de aquí, el discurso buscaba símiles para explicar la situación. Igual que el conquistador pierde el interés por la conquistada tras haber logrado la conquista, igual que la ilusión por conseguir un triunfo es inversamente proporcional a la satisfacción de haberlo conseguido, descubrir que un ídolo no es más que una persona que sabe hacer bien una cosa (y, a veces, ni eso) nos provoca cierta decepción.

domingo, 24 de julio de 2011

El català a Xile

Gràcies al fitxatge d'Alexis Sánchez pel Barça, el català arriba a Xile!

lunes, 16 de mayo de 2011

Noia i La Vanguardia en català



Com tots sabeu, el mes de maig ens va portar la versió catalana de La Vanguardia. Jo no acostumo a llegir gaire la premsa, atès que, en un món com l’actual, els diaris arriben sempre tard. Són bons companys d’esmorzar, i tant que sí, i són molt útils per estendre a terra quan cuinem o hem fregat el terra, però no aporten gaire informació que no sabéssim ja gràcies a la televisió, la ràdio o Internet. Malgrat tot, el naixement d’un diari sempre és una bona notícia, i que un diari ofereixi la possibilitat de triar la llengua en què els seus lectors el volen llegir, encara ho és més.

Ara, La Vanguardia, com va fer El Periódico fa uns anys, ha decidit fer servir un traductor automàtic per a la seva versió catalana. Hi ha periodistes que escriuen els seus articles tant en castellà com en català, és cert, però la majoria de notícies es tradueixen amb una màquina i després se sotmeten a la revisió d’un equip de correctors, amb la intenció d’agilitar el procés i abaratir costos.

Malgrat la feina dels correctors, sempre hi ha errades que escapen al seu sedàs i acaben publicades a les pàgines del diari. L’altre dia, estudiant els resultats de la jornada, vaig veure que La Vanguardia havia convertit el Depor en L’Esportiu. I avui he vist que l’Espanyol ha fitxat un nou lateral: Noia. Sabeu de qui es tracta?

viernes, 25 de marzo de 2011

Un lapsus el té qualsevol...

...fins i tot un intèrpret!

Va passar en una emissió en directe del Canal 24H de RTVE. L’intèrpret, que no traduïa del japonès, sinó de la dona que feia la interpretació a l’anglès, va aprofitar una pausa per deixar anar un “¿pero éste a qué estación se ha follado?” i seguir després com aquell qui res.

Aquí en teniu la prova:

jueves, 24 de febrero de 2011

Un día de perros

No era un sábado cualquiera. Era el último sábado de Luis y Laura antes de reincorporarse al trabajo tras unas intensas vacaciones en Ibiza junto a la pareja a la que ahora iban a visitar, ya en Madrid, para despedir el verano a lo grande, con el mejor éxtasis traído de la isla. Paco y Sandra vivían a las afueras de la ciudad, en una casa adosada con un enorme jardín comunitario y una amplia terraza donde esta noche iban a reunir a toda su colección de amigos. Al caer la noche, Luis y Laura llegaron a su destino acompañados de su enorme Rottweiler, al que no pudieron dejar con los padres de ella, como solían hacer, porque estaban en el pueblo aprovechando los últimos días del verano. Paco les dijo que lo dejaran atado en el porche con un plato de comida y agua, que por mucho que ladrara los vecinos de al lado eran ya mayores y no iban a enterarse de nada. Y, sin más, se metieron dentro para reunirse con los demás.

En mitad de la noche, y con la fiesta en pleno apogeo, Luis salió al porche a tomar el aire y se dio cuenta de que el perro no estaba. Alarmado, volvió dentro para pedir ayuda. Todos los invitados sin excepción iniciaron una batida desesperada por el jardín en busca del perro, hasta que, finalmente, uno de ellos divisó su silueta al final de la calle. La cara de Luis esbozó una amplia sonrisa al descubrir que su compañero no se había perdido, mientras Laura respiraba aliviada. Sin embargo, el perro llevaba algo en la boca. Cuando se acercó lo suficiente, Paco identificó enseguida que el bulto que el perro cargaba entre los dientes era Chispita, el Yorkshire Terrier de su octogenaria vecina, al que adoraba con tal devoción que en más de una ocasión había dicho que cuando él se fuera, se iría ella también.

Paco se echó las manos a la cabeza. Aquello no era posible. El perro de sus amigos había matado al perrito de sus vecinos. Desesperado, hizo pasar a todo el mundo al interior de la casa. No sabía qué hacer. Chispita estaba hecho un asco, cubierto de tierra de arriba a abajo. Luis estaba igual de afectado: si trascendía que su perro había matado a otro no sólo podía caerle una buena multa, sino que además podían quitarle la custodia del animal e incluso sacrificarlo por peligroso. Nadie debía enterarse de lo ocurrido. ¿Qué podían hacer? ¿Tirarlo a un contenedor? ¿Lanzarlo al Manzanares? ¡Lavarlo, arreglarlo y dejarlo ante la puerta de los vecinos como si allí no hubiera pasado nada! La idea de Sandra era genial, pensó Luis; cómo no se la había podido ocurrir a él. Paco cogió la manguera y en la misma terraza le dieron una ducha para quitarle toda la tierra. A continuación, lo secaron bien y lo peinaron a conciencia para que sus propietarios no pudieran adivinar nunca que había sido maltratado por otro perro. Al despuntar el alba, Sandra y Paco despidieron a todos sus amigos, incluidos Luis, Laura y su mascota, y dejaron a Chispita sobre el felpudo de la casa contigua, la de sus vecinos.


* * *

Higinio observaba abatido a Águeda a través del cristal que los separaba. De pie, con las manos en la espalda, no quitaba ojo a los tubos y máquinas que mantenían a su mujer con vida, una vida que daba sus últimos coletazos antes de apagarse definitivamente. El futuro de Higinio no era nada halagüeño. El matrimonio hacía tiempo que estaba muy solo. A la decisión de su hijo de marcharse con sus únicos nietos a Argentina hacía ya 30 años, debía sumarse la defunción de varios amigos de toda la vida y la irreversible vuelta al pueblo de tantos otros. Aunque la idea de volver a las raíces también les había rondado la cabeza a ellos en más de una ocasión, los problemas de corazón de Águeda aconsejaban mantenerse en Madrid, donde según su hijo estarían mejor atendidos. En tales circunstancias, Chispita se había convertido en un elemento indispensable en sus vidas, sobre todo para Águeda, que lo cuidaba como a un hijo.

Higinio notó que alguien se detenía tras él. Era Fernando, un vecino que se había enterado de que Águeda estaba en el hospital y había decidido hacerle una visita. “¿Qué ha ocurrido?”, preguntó. “Una desgracia, Fernando - respondió el anciano -. Tras quince años juntos, una mañana nos encontramos a Chispita sin vida. Y tú sabes lo que quería Águeda al pobre animal”. “Sí, más de una vez había oído decirle que cuando él se fuera, ella se iría con él”. “Pues tan grande debió de ser su deseo que, 24 horas después de enterrarlo en el jardín, cuando todavía teníamos su recuerdo muy presente, mi mujer salió a la calle y se lo encontró en la puerta de casa, perfectamente aseado, preparado para llevársela consigo al reino de los cielos...”.

martes, 11 de enero de 2011

Jo també vull lot de Nadal!

Quan era petit, recordo que cada any, quan s’acostava el Nadal, arribaven a casa un munt de pernils, caixes de vi i paneres de tot tipus adreçades al meu pare, que per motius de feina estava en contacte constant amb proveïdors. Vaig pensar que rebre tants lots era el normal fins que vaig créixer i vaig veure que la gent només n’acostuma a rebre un, el de l’empresa on treballa, i gràcies.

Els traductors autònoms, però, no rebem regals d’aquest tipus. Ben mirat, els proveïdors som nosaltres i realment ens tocaria a nosaltres enviar un detall als nostres clients perquè continuïn comptant amb nosaltres, per reforçar els lligams de fidelitat. Jo mai no ho he fet, però...

Ara, aquest any, sí que he rebut regals. Primer, un xumet dedicat a l’Adrià de part de la Maria de Words, un client de Madrid, i després el pack TwoWorldsII (videojoc, banda sonora, samarreta...) de part de l’empresa alemanya per a la qual vaig el traduir el videojoc en qüestió formant equip amb la Maria, la Pax i la Ruth.

Fins aleshores, de regals només n’havia rebut un anteriorment. Va ser l’any passat, que em van enviar una ampolla de vi d’aquestes grosses com a agraïment pels anys de traduccions continuades per a un altre client de Madrid.

martes, 28 de diciembre de 2010

Pagar por trabajar!

Las épocas de crisis como ésta son muy dadas a la picaresca: como la situación es muy delicada, todos debemos poner algo de nuestra parte para salir adelante y seguir siendo competitivos, lo cual se traduce en una rebaja de las tarifas.

El otro día leí en un foro de traducción que una importante multinacional de la traducción se había dirigido a sus traductores habituales para solicitarles un descuento del x por ciento a cambio de seguir colaborando con ellos. La solicitud, aunque no lo diga, es innegociable, lo cual la convierte en una imposición. Si el traductor no accede, se busca otro hasta encontrar uno que sí lo haga. Bien pensado, el mundo no sólo está lleno de traductores, sino también de traductores con ganas de trabajar sea como sea.

Estas grandes empresas, conviene no olvidarlo, suelen cobrar (por lo menos) el doble de lo que pagan, y sus plantillas están formadas en su mayoría por administrativos que hacen las veces de Project Manager y por comerciales dedicados a la busca y captura de clientes y fórmulas para abaratar costes. Ni rastro de traductores, revisores, lingüistas o demás.

Pues bien, ésta es otra de las grandes ideas de estas multinacionales: pagar por trabajar. Si tú nos das tanto, nosotros te surtimos de trabajo. Y, si no te gusta, ¡aire! Tengo una base de datos repleta de gente con ganas de hacer lo que podrías estar haciendo tú.

Y muchos traductores ceden porque no pueden permitirse perder un cliente, por lo menos hasta no haber encontrado otro que le ofrezca el mismo volumen de trabajo, cosa muy complicada. Por ello, conviene no poner todos los huevos en la misma cesta y diversificar la cartera de clientes, para llegados a este punto poder decir: “Búsquese a otro”.