
Al principio me pareció gracioso, pero cada vez le veo menos la gracia a que se use la palabra traductor como insulto. Para empezar, Mourinho ejercía de intérprete, y no de traductor, aunque lo de intérprete suene más a actor. Y, además, la de intérprete es una profesión digna de admirar, por la capacidad de concentración, reacción y conocimiento que requiere. Y no lo digo por mí; yo no soy intérprete, sino traductor.
Finalmente, y ya que esta entrada habla de entrenadores, mencionaré una observación que un día me hizo un profesor. Cuando se habla de un puesto de trabajo con malas condiciones (sueldo bajo, horarios intempestivos, inseguridad...), se suele considerar un trabajo precario. Pues bien, un trabajo con estas condiciones no tiene por qué ser precario, ya que precario significa inestable o breve. Así, el claro ejemplo de trabajo precario es el de entrenador de un equipo puntero, ya que, por mucho que las condiciones laborales sean muy buenas, es muy inestable y, salvo en contadas ocasiones, de corta duración.
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